Remember the Maine


La «inesperada» visita de cortesía del buque de guerra norteamericano «USS Maine» a La Habana tiene su origen en los graves incidentes que a mediados del mes de enero de 1898 se producen en la capital cubana. Una visita que llegará con el velado objetivo de proteger los intereses y vidas de los ciudadanos estadounidenses.
Existían ya evidencias que advertían de la organización de una manifestación contra la recién instaurada autonomía que se había empezado a gestar en diciembre de 1897; el conocimiento de estos preparativos conduce a que las autoridades españolas distribuyan por la ciudad fuerzas de Orden Público y de Voluntarios a caballo en prevención de desórdenes: la Autonomía está dando sus primeros pasos y se hace necesario que lo haga en un escenario de normalidad que no existe por completo a pesar de las manifestaciones que el Capitán General Blanco le hace llegar a Madrid.
Grupo de fogoneros del USS Maine
Grupo de fogoneros del USS Maine. Procedente de «Cuba's struggle against Spain with the causes of American intervention».

En medio del ambiente de crispación que se respira en la ciudad y al amparo de la libertad de prensa que la recién estrenada autonomía de la isla comienza a permitir, en la noche del 13 de enero de 1898 se suceden en La Habana unos disturbios provocados por la publicación, hecha el día anterior, en el periódico independentista «El Reconcentrado» de un suelto que lleva por título «FUGA DE GRANUJAS».
Calle principal de Agaña Dirigido por el exredactor de «La Lucha», Ricardo Arnauto, comienza a publicarse este diario en La Habana a principios de enero de 1898 y desde sus páginas se atacará ferozmente al general Weyler, a San Miguel (director de «La Lucha») y otras personalidades civiles y militares entre los que destacan el ex gobernador civil de La Habana Sr. Porrúa y el comandante Fonsdeviela.
El Sr. Maruri al que hace mención el suelto que desata los incidentes de La Habana era alcalde de Guanabacoa y dicho periódico le acusaba de ciertos abusos cometidos en esa población durante su mandato.
Suelto publicado por «El Reconcentrado», tal y como se recoge en
«La Época» el 14 de enero de 1898.

Esa noche, un numeroso grupo de jóvenes oficiales españoles presentes en aquel momento en el teatro Albisu, indignados por una publicación que consideran que atenta contra el honor del ejército, se presentó en compañía de otro numeroso grupo de exaltados civiles (la prensa hace mención de un número comprendido entre 60 y 300 militares así como algo más de 1000 civiles) en la redacción de dicho periódico, donde se producen los primeros forcejeos y golpes entre ellos y los trabajadores de «El Reconcentrado» que tratan de impedirles el acceso.
Tras propinar una paliza y poner en fuga a los empleados del periódico, llevaron a cabo el destrozo del mobiliario y maquinaria, dirigiéndose entonces a las oficinas de «La Discusión», otro de los periódicos independentistas que también sufriría daños de importancia. Mientras las fuerzas de la policía se emplean en calmar los ánimos e impedir que se siguieran produciendo altercados, apareció el general Garrich, Segundo Cabo y Gobernador Militar interino de la plaza, quien se dirigió a los oficiales españoles instándoles a que se retiraran y desistieran de su actitud.
Sin embargo, un gran número de paisanos, al grito de «¡Al Diario de la Marina!», se encaminaron hacia la redacción de dicho periódico donde volvieron a reproducirse el lanzamiento de piedras y el destrozo de cristales, no pudiendo cumplir su objetivo de destrozar la redacción de este periódico al haber trancado puertas y ventanas los empleados allí presentes.
Posteriormente, los redactores de dicho diario manifestarían que ningún oficial del ejército estaba presente en el intento de asalto del que fueron objeto.
El USS Maine se prepara para soltar amarras y abandonar Nueva York con rumbo a Cayo Hueso
Grupo de marineros del USS Maine soltando amarras en Nueva York para zarpar con destino a Cayo Hueso. Harper's Weekly.

La llegada del general Arolas con fuerzas del orden público obligaría a la muchedumbre a dispersarse ante la amenza de ser disueltos mediante una carga a la bayoneta. A pesar de ello, los ánimos no se apaciguarían y los disturbios continuarían sucediéndose. El gobierno autonómico, entretanto, publicaría una circular «á fin de impedir (...) que al amparo de ciertas tolerancias se hagan propagandas perjudiciales á la causa de España»¹InformationFuenteDiario LA ÉPOCA,
viernes 14 de enero de 1898.
dejando en días posteriores de publicarse tanto «El Reconcentrado» como «La Discusión».
El USS Maine entrando en La Habana
El «USS Maine» entrando en la bahía de La Habana el 25 de enero de 1898. Archivo personal.

El 14 de enero, cuando se piensa que los disturbios iniciados en la noche anterior ya están controlados, se reproducen al concentrarse nuevamente frente a la redacción del «Diario de la Marina» y «El León Español» diversos grupos –arengados y exaltados desde el Centro Asturiano– que fueron dispersados por las fuerzas de orden público al mando del general Arolas; ya esa misma tarde la tranquilidad comenzaba a reinstaurarse en la ciudad, que veía cómo volvían a abrirse comercios y teatros.
Ejercicio de señales a bordo del USS Maine Durante el desarrollo de todos estos acontecimientos no se ha de lamentar ninguna víctima mortal siendo detenidos, según manifiesta la prensa, un total de 25 individuos, destacando el concejal Trillo y 4 oficiales: Zacarías, Bresmez, Calvo y Escribano.
El oficial Calvo, curiosamente, ya había protagonizado anteriormente alguna desavenencia con Ricardo Arnauto.
El gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica ha estado permanentemente interesado y al corriente del desarrollo de los acontecimientos que se están desarrollando en La Habana a través de los informes que el Cónsul General Fitzburg Lee ha remitido a través del cable telegráfico: si bien en un primer momento dibuja un panorama desolador, finalmente ha de rendirse a la evidencia y confirmar que la situación en La Habana está controlada y en calma.
Mas para añadir algún pero a la situación, hace constar que calcula el número de reconcentrados en toda la isla en no menos de 200 mil, quienes careciendo de todo recurso dependen de la caridad para sobrevivir.
Según sus cálculos, no menos del 20% de ellos están condenados a fallecer.
Ejercicio de señales a bordo del «USS Maine». Procedente de «Harper's Weekly»

En esos momentos la US Navy ya tiene desplegadas algunas unidades en puntos estratégicos del Caribe y la costa sur de los Estados Unidos: en Jacksonville se encuentra el crucero- dinamitero «USS Vesuvius»; en Saint Kitts el crucero «USS Annapolis»; en la isla de Guadalupe el crucero «USS Wilmington»; en Tampa el crucero «US Marblehead» mientras que el crucero «USS Detroit» se encuentra el 14 de enero navegando desde Cape Haytien (Haití) a Cayo Hueso, donde ya se encuentran el «USS Montgomery» y el «USS Maine».
Despliegue de la USS Navy en fechas previas a los disturbios de La Habana
Ubicación de algunas unidades de la US Navy en aguas del Caribe y del Atlántico Norte en las fechas previas a los disturbios de La Habana.
Diseño propio.

En Cayo Hueso (Key West) el «USS Maine», que ha sido puesto directamente bajo las órdenes del Cónsul General en La Habana, mantiene comunicación telegráfica permanente con el consulado norteamericano en dicha ciudad, esperando una orden para levar anclas y zarpar con rumbo a la capital de la isla, en tanto la prensa norteamericana y el propio Fitzburg Lee no cesan de repetir que la presencia de buques de guerra de los EEUU en puertos de la isla es completamente innecesaria.
Mientras se suceden estas manifestaciones amistosas, los movimientos de la US Navy parecen indicar lo contrario: las unidades que conforman el «North Atlantic Squadron» reciben instrucciones para dirigirse al sur, hacia aguas de Florida, para efectuar unas maniobras en las islas Dry Tortugas.
A pesar de haber sido programados hace ya varios meses, estos ejercicios navales no se habían llegado a ejecutar. Los incidentes de La Habana suponen ahora la mejor ocasión para llevarlas a cabo, manteniendo cerca de las aguas españolas la escuadra por si se hiciera necesario hacerla intervenir en Cuba.
De esta manera desde Hampton Roads zarpan el «USS New York», el «USS Indiana» y el «USS Iowa» el sábado 15 de enero mientras que desde Nueva York lo hacen el «USS Texas» el sábado 15 de enero y el «USS Massachussetts» el domingo 16 enero.
En España, mientras, se ordena al crucero acorazado «Vizcaya», los cazatorpederos «Furor», «Plutón» y «Terror» así como a la escuadrilla de torpederos que se alisten en Cartagena lo antes posible para zarpar con rumbo a Cádiz y esperar nuevas órdenes una vez allí.
Marinería del USS Maine
Marineros del «USS Maine», publicada en febrero de 1898 por el New York Tribune.

Finalmente, en un clima de tensión que va en aumento y dentro de la política de ingerencia que mantiene Norteamérica en los asuntos españoles en la isla de Cuba, territorio español por otro lado en la época, los EEUU toman la decisión de enviar algunos buques de guerra a puertos cubanos en «visita de cortesía».
De este modo, el acorazado de 2ª clase (en realidad se trata de un modesto crucero acorazado) «USS Maine» recibe la contraseña «Two dollars» el 24 de enero que indica la orden de dirigirse al puerto de La Habana llevando a bordo una dotación de 354 tripulantes.
USS Maine saludando a la bandera española
El «USS Maine» saludando a la bandera española una vez amarrado a la boya correspondiente del puerto de La Habana.
Procedente de «The Maine: an account of her destruction in Havana Harbor».

España, a pesar de la tensión existente entre los dos países y al hecho de que las autoridades norteamericanas advierten de la llegada del «USS Maine» a La Habana con muy poco margen de maniobra para una posible protesta española, optó por tomar la llegada de los buques americanos a los puertos de Cuba como lo que simulaban ser: «visitas de cortesía». Y toma la decisión de devolverlas enviando, a su vez, al puerto de Nueva York y al de Nueva Orleans a los cruceros acorazados «Vizcaya» y «Almirante Oquendo» respectivamente.
El USS Maine amarrado a su boya
El «USS Maine» en una fotografía del 15 de febrero, horas antes de la fatal explosión, amarrado a la boya número 4.
Procedente de «The Library of Congress».

El «USS Maine» se había construido en Nueva York, en el «Brooklyn Navy Yard», poniéndose su quilla en 1888. Fue botado el 18 de noviembre de 1890 teniendo como madrina a Miss Alice Tracy Wilmerding, sobrina del por entonces Secretario de Marina Benjamin F. Tracy y se concluyó en 1895, siete años después de iniciados los trabajos.
Fue clasificado inicialmente como crucero acorazado y posteriormente como acorazado de 2ª clase, aunque en realidad era muy lento para ser lo primero y estaba mal armado para lo segundo. Su origen se encuentra en la carrera armamentística iniciada en las repúblicas iberoamericanas, entre las que destacaba Brasil con la adquisición del acorazado «Riachuelo» y otras modernas unidades navales adquiridas en Europa.
Despacho enviado por Sigsbee en la noche de la destrucción del maine informando de la misma
despacho enviado por Sigsbee en la noche del desastre del «USS Maine» informando de su pérdida.
Archivo personal.

Con un desplazamiento de 6.682 toneladas y un calado de 6,9 metros alcanzaba una velocidad máxima de 17 nudos y poseía un blindaje que oscilaba entre los 300 y los 150 mm. de espesor. Como armamento principal portaba 4 cañones de 254 mm situados en dos torres dobles ubicadas a estribor la de proa y a babor la de popa, y otros 6 cañones de 152 mm, quedando completado con 7 cañones de 57 mm y 8 cañones de 37 mm, además de 4 tubos lanzatorpedos.
la fragata escuela SMS Gneisenau, de la marina alemana Pero ya en el momento de su botadura era un buque claramente superado por otra clase de navíos más modernos influyendo en ello, entre otros factores, el prolongado tiempo de construcción empleado y los rápidos avances tecnológicos que se suceden en la construcción naval.
El 25 de enero de 1898, alrededor de las 11:00 horas de la mañana, hacía su entrada en el puerto de La Habana el «USS Maine», con su casco pintado de un inmaculado color blanco y de ocre para el resto de las estructuras, atracando en la boya nº 4 del Estado en donde la profundidad era de unos 8,5 m. durante la bajamar, junto al crucero español «Alfonso XII» y la fragata escuela alemana «SMS Gneisenau».
Las medidas de seguridad que se adoptaron en el buque nada tenían que ver con el tipo de visita que se suponía venía a realizar, prohibiéndose a la marinería desembarcar para visitar la ciudad permitiéndose solo a la oficialidad asistir a algunos de los agasajos a los que fueron invitados por las autoridades habaneras; se restringieron las visitas a bordo y como medida añadida de protección se mantuvieron municionadas y preparadas para hacer fuego las piezas de pequeño calibre. Las guardias, asímismo, fueron dobladas.
Fragata escuela alemana «SMS Gneisenau», atracada junto al «USS Maine» en el momento de su voladura. Archivo personal

Durante su prolongada estancia en el puerto de La Habana el «USS Maine» sería objeto. por parte de las autoridades españolas, de un trato exquisito en el que pesaba el ánimo de normalizar la presencia del buque en unos momentos de gran tensión entre ambos paises.
Algunos medios españoles también dispensaban a la visita del buque norteamericano un trato deferente, mencionando que «El Gobierno de Mr. McKinley nos ha dado la grata sorpresa de presentar en la bahía de La Habana, sin previo aviso, el crucero Maine, que, según nota posterior á su llegada, no llevaba otro encargo que el de hacernos una visita de cortesía (...).
que la exquisita cortesía de nuestros cariñosos amigos de América nos ha enviado á las aguas de la Habana en calidad de tarjeta de visita, y en prueba de la franca y sincera cordialidad de relaciones que con España los unen.
Hay espíritus suspicaces que presumen que el envío de éste acorazado se acordó cuando los sucesos de La habana hicieron creer en una oportunidad aprovechable, y hasta añaden que como, á Dios gracias, la tranquilidad en la Habana sucedió muy pronto á aquella efímera revuelta, la que se engendró hostil tuvo que nacer amable, y el barco que partió amenazador arribó afable, cortés, y como se trataba del Maine....., amainó.
»²InformationFuenteLa Ilustración Española y Americana del 30 de enero de 1898
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001179167&search=&lang=es

Pero el 15 de febrero de 1898, a las 21:40 horas de la noche, se producían dos explosiones que sacudían toda La Habana y se podía ver como el «USS Maine», con la proa destrozada, se hundía llevándose consigo la vida de 266 marineros no solo americanos sino de otras muchas nacionalidades que servían en dicho buque. La primera ayuda llegó, de manera inmediata, desde el cercano crucero «Alfonso XII» y el transporte «Legazpi», cuyas dotaciones lanzaron al agua sus botes y no dudaron, en algún caso, en lanzarse al agua para socorrer a las víctimas americanas.
Marinería del USS Maine ejercitándose en el uso del revolver
Marineros del «USS Maine», ejercitándose en el uso del revolver.
Archivo personal.

De manera inmediata, sin que aún obre ninguna investigación que aporte luz al suceso, la prensa amarilla norteamericana apuntó a la acción de una mina submarina, española sin lugar a dudas, llegando a ofrecer desde algunos rotativos incluso una recompensa a quien pudiese aportar algún indicio o prueba de la veracidad de sus afirmaciones.
Las autoridades españolas abrieron una investigación para aclarar el asunto, invitando a la misma a las autoridades norteamericanas; sin embargo éstos declararon que pese a estar en aguas españolas los restos del infortunado buque eran territorio americano, por lo que no permitieron a las autoridades españolas el que pudieran examinar los restos a conciencia, limitándose a hacerlo mediante una observación visual del pecio sin posibilidad de acceder al mismo.
El Vizcaya en Nueva York, devolviendo la visita del Maine
Fotografía de Carlos Goñi que muestra el momento en el que se produce una de las deflagraciones del «USS Maine».
Archivo personal.

La Comisión Técnica española, tras no pocas dificultades encontradas para desarrollar su trabajo, determinó que la explosión había sido interna y a todas luces casual. Tomaba como base para su argumentación indicios tales como el hecho de que las planchas de acero del casco del «USS Maine» estuvieran retorcidas de dentro hacia afuera; en caso contrario, de haberse tratado de una explosión originada por una mina o un torpedo, el casco estaría retorcido hacia adentro.
Dibujo que pretendía ilustrar acerca de cómo se podía haber colocado una mina submarina bajo el caso cdel Maine Durante 16 días, comprendidos entre el 2 y el 18 de marzo de 1898, 3 buzos españoles trabajarían en la inspección visual del pecio, sin más interrupción que la provocada por los días de lluvia y los festivos.
Uno de ellos, el buzo Juan Hernández, manifestaría en su declaración a la Comisión investigadora española el 21 de marzo «Que empezó el reconocimiento por el costado de babor á popa, no encontrando en él desperfecto notable; que ha reconocido la parte de las calderas á proa por ambos costados, encontrando que todas las planchas, que al parecer forman el costado, están botadas hacia el exterior; (...) que ha reconocido desde el punto de rotura hacia proa, sin encontrar costado ni planchas de blindaje por esa parte hasta una distancia de la proa de cinco á seis metros (...); que en la parte que he dicho no se encontró costado, se ven las planchas caidas sobre el fango siempre hacia el exterior; (...) que reconocido el costado por la parte de babor, se encuentra la rotura á la misma á la altura que en el otro costado, con la diferencia que la parte de proa no existe, que á esta banda son menos numerosos los restos lanzados fuera del buque; que la parte de costado que existe está tumbado sobre el fango hasta el punto de rotura; que en el interior del buque no se han podido practicar detenidos reconocimientos por el hacinamiento de planchas, hierros, cables eléctricos y restos de todas clases que lo imposibilitan; la suciedad de las aguas también dificulta estos trabajos. Que han visto jarras de pólvora, unas reventadas y otras, sólo una completa, con casquetes dentro»³InformationFuenteLa Gazeta de Madrid, número 110.
Ministerio de marina.
Apostadero de La Habana
. De este modo, las conclusiones españolas determinaban que se había producido una explosión de primer orden verificándose en uno de los pañoles de proa.
Dibujo que ilustraba acerca de cómo se podía haber colocado una mina submarina bajo el casco del «USS Maine». Procedente de
«The Maine: an account of her destruction in Havana Harbor».

Con buen criterio, la Comisión Técnica española concluía que, mientras no fuera posible un reconocimiento del interior y del exterior del casco y no se conociesen datos sobre cómo estaba establecido el servicio interior del buque en el momento de la explosión, no podría añadirse nada más a lo que la inspección ocular les había mostrado.
La prensa norteamericana no encontró inicialmente eco entre la oficialidad superviviente del «USS Maine» a sus intentos de mostrar que la destrucción del buque se debía a la acción de un artefacto español, pues negaban que tal cosa hubiera sucedido. Y es la teoría sobre una explosión accidental producida en el interior del buque la que manejan los expertos navales norteamericanos como no solo probable sino segura.
Recortes de prensa del New York Herald
Recortes de prensa mencionando la probabilidad de una explosión interna.
New York Herald del jueves 17 de febrero de 1898.

Mientras se sucede la investigación desarrollada por ambas partes, la prensa norteamericana insiste en poner en marcha la teoría de un ataque español, acudiendo para ello directamente a la marinería para arrancarles, ahora sí, el testimonio que denuncia haber visto en el agua el artefacto que causa el hundimiento del USS Maine: de uno a dos torpedos.
Huelga decir que, con excepción de aquellos que se encontraban de servicio en cubierta, la mayoría permanecían en los sollados dedicados a otros menesteres.
Con el paso de los días la opinión surgida durante los primeros días en algunos medios oficiales de los EEUU, considerando como fruto del infortunio la destrucción del «USS Maine», comenzará a derivar hacia la idea de un acto hostil que, como no podía ser de otra manera, tiene como candidato principal a España.
La prensa americana continúa abonando esa afirmación a diario con sus titulares.
El «USS Maine», empero, no sería un barco afortunado; tras ser aprobados sus planos se produjo un enorme retraso en la adquisición de los materiales para su construcción, colocándose su primera cuaderna el 10 de septiembre de 1888. Ese mismo año, mientras se llevaba a cabo su construcción, hasta un total de 14 de sus cuadernas se verían afectadas por la inadecuada ejecución en sus remaches y otras partes de sus estructuras.
Buzos españoles preparando la inmersión para observar el pecio del USS Maine
Buzos españoles se disponen a iniciar una inspección ocular del pecio del «USS Maine», durante los trabajos efectuados por la Comisión investigadora española.
Procedente de «Cannon and camera; sea and land battles of the Spanish-American war in Cuba; camp life, and the return of the soldiers».

A lo largo de su breve vida operativa, el «USS Maine» continuaría siendo víctima de diversos incidentes:
1) el 9 de febrero de 1896, mientras se encuentra fuera del puerto de Charleston junto a otros buques de la «US Navy» sufre la explosión de un proyectil de su batería secundaria provocando tan solo dos heridos.
2) el 8 de julio de 1896, en aguas de Cayo Hueso, embarranca en un banco de coral, dañando ligeramente su casco.
la fragata escuela SMS Gneisenau, de la marina alemana 3) el 1 de agosto de 1896 sería víctima de un incendio mientras se encontraba en su muelle de atraque en el «Brooklyn Navy Yard».
La causa se encontraba en una serie de desechos empapados en aceite que fueron presa de una chispa o de un rayo.
En esa ocasión, la intervención de una brigada de marines, ayudada por el «Departamento de Bomberos de Brooklyn», conseguirían controlar el fuego antes de que sufriera graves daños;
4) el 5 de febrero de 1897, mientras navegaba rumbo al sur por la costa de Carolina del Norte, sería sorprendido por una violenta tormenta que provocaría la muerte de varios de sus tripulantes, unos barridos por el terrible oleaje de la cubierta y otros al lanzarse al agua para tratar de salvar a los primeros.
Cuatro días más tarde, en la noche del 9 de febrero de 1897, otros tres miembros de su dotación perecerían ahogados víctimas del temporal que atravesaban en su singladura hacia el sur del país;
Norteamericanos inspeccionando el pecio del «USS Maine».
Procedente de «The down falls of Spain».
5) el 29 de julio de 1897, para evitar una colisión en el East River con el vapor «Isabel», buque que se dedicaba a efectuar excursiones a lo largo del mencionado curso fluvial, se vió obligado a cambiar de rumbo embistiendo un embarcadero y provocando daños de diversa magnitud en el mismo.
Como nota curiosa, el 30 de enero de 1898, sin previo aviso y sin contar con los permisos pertinentes para ello, entraba en la bahía de La Habana el yate «Buccaneer», propiedad del magnate de la prensa y propietario del «New York Journal and Advertiser» W.R. Hearst, para permanecer amarrado junto al «USS Maine» sin permiso de las autoridades españolas.
Durante su permanencia en la capital cubana parece ser que no permitió que los miembros del servicio de aduanas pudieran subir a bordo para inspeccionar el yate, que portaba, además, un pequeño cañón.
El Cónsul General norteamericano, Fitzhugh Lee, se manifestó en apoyo de sus compatriotas aduciendo que los yates de recreo podían considerarse como los buques de guerra y las legaciones diplomáticas gozando, pues, del derecho de extraterritorialidad que los dejaba fuera de la jurisdicción de las autoridades españolas en este caso; autoridades que no insistirían mucho en inspeccionar el yate para evitar incidentes no deseados.
La llegada del yate suscitó inmediatamente el interés de la prensa española. El 10 de febrero de 1898 el periódico «El Día» recogía que «Dicho buque no lleva manifiesto ni va dirigido a ninguna casa consignataria, por lo cual infunde sospechas. Lleva un cañoncito de tiro rápido, armas y otros bultos sospechosos. Está tripulado por 15 hombres, y ha pretendido salir de puerto sin pagar las multas impuestas por la aduana. Se ha dado las ordenes oportunas para que sea vigilado».
El mismo día de su llegada al puerto habanero, William Randolph Hearst cursó una invitación a la oficialidad del «USS Maine» para una cena homenaje a bordo del «Buccaneer».
Equipo de béisbol del USS Maine, campeón del torneo de la US Navy
Equipo de béisbol del «USS Maine», campeón del torneo de la US Navy.
Procedente de «The century illustrated monthly magazine».

A su vez Randolph Hearst sería invitado al día siguiente a visitar el «USS Maine» para realizar un reportaje que tenía como protagonistas a los miembros del equipo de béisbol del crucero americano que se había proclamado campeón del torneo de la «US Navy».
El«Buccaneer» permanecerá junto al crucero americano hasta el momento que abandone La Habana, tan solo tres días antes de que se produzca la explosión que provocará una guerra.
El USS Maine amarrado a la boya nº4 con el crucero español Alfonso XII al fondo
El «USS Maine» amarrado a la boya nº4 con el crucero español «Alfonso XII» al fondo.
Archivo personal.

El día 19 de febrero, mientras en La Habana ya se ha producido la pérdida del «USS Maine», tras atravesar un fuerte temporal hacía su entrada en Nueva York el crucero acorazado «Vizcaya», cuya visita había sido anunciada oficialmente por las autoridades españolas con la suficiente antelación para permitir a sus colegas norteamericanos adoptar las medidas necesarias en el puerto de visita para su recibimiento y seguridad.
El Vizcaya en Nueva York, devolviendo la visita del Maine
El crucero acorazado «Vizcaya» en Nueva York, fondeado en Sandy Hook, durante su estancia para devolver la visita del «USS Maine» a La Habana.
Archivo personal.

Su comandante, Antonio Eulate, informaría telegráficamente al Gobierno español que «Llegamos ayer tarde, fondeando en Sandy Hook, por la espesa niebla reinante, habiendo pasado treinta y cuatro horas capeando un fuerte temporal giratorio huracanado, que nos cogió entre las Bermudas y cabo Hatteras.
El barco valiente y sin averías; la tripulación toda con excelente salud.—
Eulate
»InformationFuenteEl Correo Militar.
Miércoles 23 de febrero de 1898
.
la fragata escuela SMS Gneisenau, de la marina alemana Así, en medio de un ambiente muy enrarecido y hostil las autoridades norteamericanas adoptaron medidas extraordinarias para garantizar la seguridad del buque español y de su tripulación, patrullando las aguas cercanas al crucero acorazado que permanecerá fondeado a tres millas del faro de Sandy Hook, y no permitiendo que se acercasen a él ninguna embarcación en previsión de una posible acción hostil como represalia por lo sucedido en La Habana.
De este modo y tras advertir al comandante del crucero, D. Antonio Eulate, de la presencia de buques de vigilancia en el entorno cercano, se puso en marcha un estricto sistema de seguridad consistente en dos remolcadores que patrullaban durante ocho horas las aguas que rodeaban al «Vizcaya» para ser relevados por otros dos remolcadores al finalizar su turno de servicio.
A estos últimos les daban el relevo dos vapores pertenecientes al «Police Department» de Nueva York, estableciéndose de este modo un sistema de vigilancia que patrullaba durante las 24 horas alrededor del «Vizcaya». Tras cumplir las ocho horas de servicio, los hombres a los que se les había encomendado dicha misión disfrutaban de un periodo de 16 horas de descanso.
Pasados unos días en Nueva York y tras recibir las pertinentes instrucciones del Consulado español, el «Vizcaya» zarparía con rumbo a La Habana donde se reuniría con el «Almirante Oquendo».
Facsimil de la nota enviada por las autoridades españolas advirtiendo de la llegada a Nueva York del crucero «Vizcaya».Procedente de «The New York Tribune».
Finalmente, en Cayo Hueso, la Comisión de Investigación norteamericana dictaminaba todo lo contrario a la emitida por su contraparte española: el 21 de marzo de 1898 se sellaba un informe en el que se recogía que la causa de la destrucción del «USS Maine» se debía a un artefacto submarino. Significaba la guerra.
Así, el presidente McKinley podía informar al Congreso norteamericano el 11 de abril de que la explosión había sido motivada por un agente externo, declarando que éste hecho era sintomático de la situación extrema que se vivía en la isla.
La opinión pública americana entre tanto continuaba siendo víctima de la campaña de manipulación e intoxicación informativa que llevaba a cabo la prensa amarilla de su propio país, haciendo aparecer a España como ejecutora de las más terribles acciones inimaginables en la guerra que se estaba librando en Cuba desde 1895.
Para reforzar las unidades de su minúsculo ejército profesional y para atender a las campañas que se iban a desarrollar en Filipinas y Puerto Rico se daría comienzo en los EEUU a una campaña para el reclutamiento de voluntarios en algunos casos utilizando como reclamo carteles que incluían el lema de «Recordad el Maine» y «Al infierno con España».
Sin embargo, hoy día todo parece indicar que verdaderamente la explosión que provocó la destrucción del buque fue interna y motivada por la combustión espontánea de una carbonera junto a un pañol de municiones.
Equipo de béisbol del USS Maine, campeón del torneo de la US Navy
El «USS Maine», camino del lugar donde se sumergirá definitivamente el 16 de marzo de 1912 .
Procedente de «The down falls of Spain».

De todas maneras, el hecho de que los norteamericanos no consintieran que una comisión internacional, tal como había solicitado España, llevase a cabo las investigaciones en el pecio del «USS Maine», y que finalizada ya la guerra se negasen a llevar a cabo una nueva investigación -solicitada una vez más por España- junto al hecho de que hacia 1912 los restos del buque fuesen reflotados para ser hundidos solemnemente en una fosa del Caribe imposibilitando posteriores análisis, habla muy a las claras del oportunismo americano al aprovechar una desgracia para llevar a cabo sus propósitos.
 































































































































































































































































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